Hace un tiempo que ya parece muy lejano, tuve un blog personal.
Se llamaba “Como pa’crispetas” y lo creé sin más pretensiones que escribir acerca de mi manera de ver las situaciones divertidas o curiosas que me pasaban en la vida con la esperanza de sacarle una sonrisa a los lectores.
Ese espacio que a excepción del nombre, no tenía nada que ver con comida, además de convertirse en mi principal válvula de escape mientras me consumía en mi anterior vida laboral, también fue el responsable de presentarme gente maravillosa con la que construí vínculos insospechados a través de una pantalla.
Los años pasaron y las pasiones se transformaron. Pasé de escribir hechos anecdóticos a recetas de cocina que siempre ligué con mis emociones y así comenzó a gestarse sin que lo supiera, una nueva vida.
Poco a poco descubrí que la ilusión de sentarme a escribir y compartir con mi creciente comunidad lo que sucedía en mi cocina, me estaba llenando más el alma que escribir sobre cómo un Renault GT Line podría llevarte de “cero al éxito en sólo 10 segundos”.
Colgué los guayos o mejor dicho, los lápices y con mucho emoción y temor, el 13 de abril de 2012 me lancé a vivir de mi pasión: hacer que la cocina sea fácil y práctica para todos.
Muchas cosas han pasado desde entonces. Algunas me parecen increíbles y me hacen creer que la suerte existe y otras que no, que han sido el resultado de un trabajo hecho con amor y mucha disciplina y de haber estado en el momento y el lugar correcto.
Otras veces siento que este camino me ha llevado por varias carreteras destapadas y me han dado ganas de tirar la toalla, porque sí, emprender siempre lo he dicho, aunque trae consigo la emoción de surfear en la incertidumbre, también saca a la superficie las inseguridades, las angustias, los “para qué” y los “por qué”.
Confieso que cuando me he sentido así, como ejercicio leo lo que tengo escrito en mi perfil para recordar el camino recorrido y sentirme orgullosa, entender la maravillosa manera en la que se conectan los puntos y volver a confiar en el proceso.
Confiar en el proceso. Creo que esa es la clave de todo y mi tarea de todos los días.
Hoy, el proceso me dice que es el momento de volver a tener un espacio para hablar, para seguir documentando este viaje, con la esperanza de que estas nuevas letras reflejen los aprendizajes ganados durante tantos años y sean lo suficientemente flexibles para permitirme maridar los sabores de la existencia con los sabores que salen de mi cocina.
Espero que disfrutes esta nueva etapa y si aún no nos conocemos, que ojalá este sea el comienzo de un vínculo insospechado que, como la buena mesa, se cocina a fuego lento.
Catalba