Un truquito para no sentirnos tan frustrados

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“Esto no es obligatorio. Si a alguno le da mamera, no hay rollo, no lo tomo personal. Si se quieren unir, maravilloso, porque es algo que me gustaría compartirles”.

Con estas palabras invité a mi familia a ser parte de una especie de taller que me inventé para despedir el año con ilusión.

Aproveché que íbamos a estar todos reunidos en una finca en el Eje Cafetero para cerrar el año y darle la bienvenida al 2025. 

Fue la excusa perfecta para sacar a la coach frustrada que llevo dentro y compartir con mi “pequeño” círculo de 30 personas algunas herramientas que me han servido mucho, sobre todo en ese 2024 que fue tan encantador como retador para mí.

Compré unas hojitas muy coquetas en Dollar City, unas cajas de lápices, y mis primos alistaron las mesas (tengo una familia muy hermosa que me sigue la corriente en todo). Comencé mi taller con una meditación que me inventé y que, modestia aparte, recibió muchas flores.

Pero luego te hablo de eso.

Hoy quiero contarte sobre otro ejercicio que hicimos ese día y que practico cada vez que me siento frustrada porque todavía no se ha cumplido todo lo que puse en mi mapa de sueños.

Una frustración que sé que también has sentido y que, al final del año, se siente como si te echaran Merthiolate (mi generación sabe de qué hablo) en una raspadura.

Y cómo no, si cada vez que abres Instagram parece que todo el mundo se fue a esquiar a los Alpes Suizos o, en sus interesantes videos de balance del año, todos le agradecen a ese compañer@ de vida con el que se pegaron una “escapadita” a Bali.

Sí, a MI Bali. El mismo al que aún no he podido ir. Y digo aún, porque amigos y amigas, se acordarán de mí cuando esté por allá montada en un columpio sobre una piscina natural sin fin.

Porque sí, lo admito: viajar a ese destino paradisíaco es —o era— mi frustración.

Pero, ¿qué tiene esto que ver con el ejercicio que quiero contarte?
Porque detrás de cada sueño o anhelo, se esconde una emoción que queremos sentir.

Te explico invitándote a hacer el ejercicio conmigo:

Toma lápiz y papel (sé que te da pereza, pero créeme, ayuda). Escribe eso que aún no has alcanzado o ese sueño que sigue guardado en la mesita de noche.
El que más te frustre. Sólo una cosa.

Ahora escribe por qué quieres tener eso o que pase eso.

¿Listo?

Ahora vuelve a escribir el por qué de esa respuesta y, otra vez, el por qué.
Por qué, para qué, por qué y para qué, hasta que llegues a la médula de ese deseo y descubras la emoción que quieres sentir.

Este es un método muy usado para desbloquear la creatividad que aprendí en la universidad cuando estudiaba publicidad. Desde entonces, lo aplico para todo porque me ayuda a encontrar la luz.

Te pongo mi ejemplo:

  • Sueño con ir a Bali.
  • ¿Por qué?
  • Porque me imagino feliz en un lugar rodeado de naturaleza, que me dé paz, que me inspire.
  • ¿Por qué?
  • Porque quiero desconectarme, sentir serenidad, rodearme de belleza.

¡Voilà! Quiero sentir serenidad y belleza.

Bali es un camino, pero existen muchos otros que puedo recorrer mientras logro hacerlo.

¿Qué de lo que está a mi alcance hoy puede ofrecerme esa misma emoción?

  • Tomarme un tecito de esos bien coquetos que me hacen sentir en Bridgerton.
  • Meditar.
  • Salir a caminar descalza a un parque, así bien hippie.
  • Hacerme un spa casero con aceites esenciales mientras uso unos parches para las ojeras.
  • Escuchar música que me relaje.
  • Darme un paseo cerca de Bogotá, a un lugar lleno de naturaleza, escondido y bonito.

Esta fue mi lluvia de ideas tras el ejercicio, ¿y adivina qué? Hice todo eso, incluido el paseo. 

Me fui cuatro días sola a Pancho, Cundinamarca, a una casa-hotel muy bonita que encontré en Booking. Y no me lo vas a creer, pero al llegar, era un Bali criollo. 

Además de haber sido muy, muy, muy feliz esos días y de regalarme el tiempo que necesitaba para planear mi año laboral y personal con conciencia, sentí que la frustración se esfumó tan rápido como mi último crush (jajaja, no es cierto, sólo quería meter un chascarrillo para que no te me durmieras con este largo texto).

Si sigues despiert@, continúo.

Te cuento todo esto porque no me gusta ver a la gente frustrada.

He aprendido que la vida puede ser más sencilla de lo que pensamos y que existen maneras prácticas de sentirnos como queremos, aún sin el escenario perfecto.

Bajo esa premisa quiero vivir mi vida y diseñar todo lo que ofrezca en mis experiencias en ConContraseña, mi fábrica de experiencias en Bogotá.

Sí, la gastronomía seguirá siendo parte de ellas, pero quiero que también sirvan para mostrarte cómo experimentar esas emociones o aprendizajes que te encantaría vivir, de una manera sencilla y posible.

Por ejemplo, tomé mi experiencia para parejas, la pasé por este filtro y le di una transformación divina que me llena de ilusión.

Ya no se llamará “El amor se acaba, el hambre no”. Ahora serán:

Las EscapaDates ConContraseña

Las diseñé para ofrecerte la posibilidad de pegarte una “escapada” con tu pareja, y reconectarse de manera diferente, divertida y suculenta, sin necesidad de tomar un avión.

Porque, para sentir que la chispa sigue viva o para encenderla, no necesitas que te llegue un camionado de rosas ni un incómodo liguero.

Sólo necesitan regalarse tres horas para compartir, reír, comer delicioso, aprender algo nuevo, verse con otros ojos y comunicarse de otra manera.

La agenda ya está abierta y tendremos nuestra primera EscapaDate del año este jueves 16 de enero a las 6:30 p.m.

Serán casi todos los jueves.

Si quieres conocer más y apuntarte, haz clic aquí.

Que el 2025 sea el año en el que te sientas como quieres sentirte, sin esperar a que todos los planetas se alineen.

Tú eres quien hace que las cosas sucedan y este puede ser un buen primer paso.