El día que conocí a la gente más aburrida del mundo

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Siempre que llego a un lugar nuevo donde no conozco a nadie, trato de buscar esa sonrisa amable a la que puedo comentarle cómo está el clima. 

Ese día, estuvo difícil la búsqueda. 

De las 15 estudiantes del curso de cocina internacional de la caja de compensación al que me había inscrito, por lo menos 10 tenían cara de tedio absoluto y de que preferían estar en medio de un trasteo lloviendo que en ese lugar. 

No entendía por qué. 

¿Quién se inscribiría a un curso de cocina para ir a hacer mala cara y con cero ganas?

Cada vez que el chef decía que había que cortar algo o hacer algún proceso, una que otra blanqueaba los ojos o emitía el bramido de un toro desesperado.

Yo estaba contenta porque todo lo que tenga que ver con cocina me emociona, pero después del tercer “arrrrrgh” de mi vecina, comencé a desesperarme y decidí preguntarle:

disculpa, ¿puedo saber por qué te inscribiste en este curso?

yo no me inscribí, me mandó la señora de la casa donde trabajo como empleada que para que aprenda a cocinar pero yo odio esto.

Ahí lo entendí todo. Es muy difícil disfrutar algo que no te emociona y menos cuando el chef instructor te habla como si fueras un cadete.

Estoy fue en el 2008 más o menos, cuando me inscribía en cuanto curso encontraba antes de poder hacer toda la carrera de cocina y pastelera.

Hoy, en el 2024, muchas cosas han cambiado, entre esas la manera de aprender a cocinar. 

Ahora, lo que sí se mantiene intacta es la necesidad de que la mano derecha de muchas personas o empleada doméstica, no sólo se defienda en la cocina, sino que tenga una sazón sabrosa, varíe el menú diario y sepa administrar el mercado.

¿Existe entonces alguna manera de lograr que tu mano derecha alcance estos objetivos sin que sienta que está trabajando en un peaje en Siberia un 31 de diciembre?

La respuesta es: ¡sí!

Se llama:  Cocina para mi mano derecha (e izquierda)

 

Un curso compuesto por 5 clases de 3 horas de duración cada, en el que le ensañaré a la bendición de muchos hogares, cómo cocinar como los dioses, cómo hacer menús diferentes con sabores variados, cómo ser recursiva y aprovechar el mercado al máximo, cómo hacer que le rinda un montón el tiempo y además, conceptos de nutrición y buenas prácticas a la hora de preparar los alimentos. 

¿Y sabes qué es lo más chévere? 

Que lo hará en un ambiente relajado, divertido y amable, donde sentirá que no es una obligación sino un gran plan.

Mejor dicho: ¡un regalo del universo! 

Un regalo para ti y para esa persona que realiza las labores domésticas en tu hogar, 
porque cuando se adquieren esas habilidades en la cocina, tu vida y la de ella: CAMBIAN. 

Se come mejor, se ahorra dinero, el paladar está feliz y estás aportándole a tu mano derecha (y muchas veces izquierda), una formación que aumenta su confianza y autoestima y que también puede poner en práctica en su propio hogar. 

¿Quieres que tu mano derecha sea parte de esta experiencia?

Haz clic aquí para separar su cupo.